El cierre de Pymes y la pérdida de empleo es el peor de los caminos
Raúl Hutin. Secretario de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN).
Sabemos con claridad que el 55,6% voto a Milei en la segunda vuelta, pero es necesario destacar que hubo muchas y diferentes razones para canalizar este voto hacia el anarco-capitalismo: bronca, anti-peronismo, cambiar por algo nuevo y distinto, una atracción personal, etc. Ahora, casi transcurridos tres meses, es necesario analizar cuáles fueron las promesas de campaña y cual el resultado objetivo y sobre esa conclusión establecer las acciones correctivas necesarias.
Siempre es preciso analizar y debatir las políticas públicas en relación a las condiciones y cambios económicos y sociales del país y el mundo. Las PYMES lo hacemos con rigor. La etapa de Alberto Fernández, con todas las escusas validas o no que tuvo que soportar, no cumplió con las expectativas y las promesas de campaña. De ahí a provocar el desastre social y productivo que se está llevando adelante hay un abismo. Sabemos que el país está mal, nos encontramos ante un enorme desafío y fuerte deterioro, pero también sabemos que se sale con más trabajo y no con menos. Se sale con más empresas y no con menos. Se sale con mas estado presente, con más políticas públicas, más orden y control institucional, transparencia, previsibilidad y no con más anarquía.
El Presidente de la Nación convoca a los mismos personajes que endeudaron el país por 100 años. A los que nos hundieron en una deuda externa impagable y que nos obligan a aceptar condicionamientos espurios. Esta contradicción choca contra sus propias palabras: “Un sistema que hace daño a tanta gente, se trata de un sistema planificado, se trata de lo que yo denomino el modelo de la casta”. De hecho, en este modelo de toma y daca, de extorsión o de ostracismo, no entran palabras claves como industrialización, planificación del crecimiento, ciencia y tecnología, desocupación y jamás en estos 90 días menciono la palabra PYME. Ni por error.
En uno de los pasajes de su discurso de la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación planteo la reducción del gasto público a un nivel físico del 25%, como máximo, del PIB. Todos sabemos que esto es imposible fijarlo por ley. Hay motivos que requieren aumentarlo: la pandemia, sequia, el propio desarrollo, etc. Para atender cada caso se necesitan políticas públicas. Por eso es que casi ningún país en el mundo se ata con semejante cinturón.
Habló de la reducción de la carga impositiva cuando por todos los medios está tratando de aumentarlos en una contradicción flagrante; ayer con el aumento del impuesto país, hoy con la reposición del impuesto a las ganancias para trabajadores de la cuarta categoría. Lo necesario seria abrir una discusión franca, amplia, con todas las fuerzas que componen nuestra sociedad para establecer un sistema: justo, controlable, equitativo y segmentado según la capacidad contributiva de cada quien.
Similar concepto debemos aplicar en el manejo de la coparticipación federal, tema pendiente desde hace décadas y siempre dejado por circunstancias políticas para más adelante. Estamos seguros que esta crisis es una oportunidad para ir a fondo en temas que fuimos dejando y que sin lugar a duda deben estar centralizados en el Congreso de la Nación y nunca en manos de un par de iluminados. Pero no se puede asfixiar a las Provincias quitándoles los fondos que les corresponden automáticamente. En el primer bimestre se enviaron el 9% menos de fondos a valor constante lo que significa una reducción del 19,5% en términos reales, ahogándolas en sus necesidades de provisión de salud, seguridad, educación y servicios esenciales.
La situación de las PYMES es gravísima. Han destruido el mercado interno a partir de aniquilar el salario real (si tomamos el salario de 2.015= 100 enero estuvo en 57,4%) las jubilaciones y de permitir la libertad de precios en un mercado monopolizado y cartelizado en sectores que dominan cada cadena de valor. No solo dejó de haber noción de precio, sino que los clientes plantean que los productos manufacturados regalados ya son caros. ¿Si no hay compradores, para que fabricamos? ¿Si cierran las PYMES que absorbemos el 75% de la mano de obra, donde trabajaran nuestros conciudadanos?
La caída de la venta para con nuestro sector está en el orden del 40%, salvo honrosas excepciones ligadas a la producción agropecuaria, minera o energética. Solo en enero la construcción cayó el 21,7%, la producción máquinas agrícolas el 28% y la industria en su conjunto lleva 9 meses consecutivos de caída. Esto traerá aparejado que más temprano que tarde la desocupación alcance valores de 20 a 25% de los activos. Que la pobreza trepe al 70 u 80%. Esto significa, en buen romance, un país invivible. ¿Sobre este panorama pretenden hablar de flexibilización laboral o el nombre estrambótico que le quieran poner? ¿O volver a las AFJP ya probado que es un negocio solo para los que la administran?
El Presidente Milei en su campaña habló de refundar la Argentina. Por ahora la está refundiendo y a todos nosotros con ella. Debe quedar claro que las PYMES hicimos demasiado sacrificio en estos últimos años. No hay resto para seguir aguantando ensayos económicos que solo llevan a más dolor, destrucción, desigualdad y sufrimiento. No se puede ni se debe seguir cargando sobre los hombros de los trabajadores, los que producimos, la clase media, un plan trasnochado que sabemos bien por experiencia que solo puede terminar mal o peor.
No alcanza con la legitimidad de los votos alcanzados. Debe ser legítimo cada uno de sus actos de gobierno ya que los mismos deben ejercerse por y para el pueblo. Por eso las PYMES entendemos que solo en unidad de criterio (y esta surge de una discusión amplia, transparente y veraz) se podrá encontrar la salida necesaria a la crisis que estamos atravesando.