La nueva (o reversionada) sociedad de la crueldad
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Candela Giuffré
Argentina siempre fue una sociedad unida por la patria, los valores, el fútbol, la cultura y el aguante. Nos reconocen en el mundo por nuestra calidez, pero hoy nos enfrentamos a una realidad que nos desafía: ¿Seguimos siendo ese país, o nos estamos convirtiendo en otra cosa?
El ajuste es celebrado como una victoria, mientras miles de familias quedan en la calle. La universidad pública, orgullo nacional por décadas, es hoy blanco de ataques y desfinanciamiento. Los jubilados sobreviven con haberes indignos sin que parezca importarle a nadie. La represión en las calles ya no escandaliza, incluso cuando golpea a quienes defienden derechos básicos como la educación y la dignidad.
La pregunta es inevitable: ¿Cuándo dejamos de indignarnos? De la marea verde a la amenaza de eliminar la figura del femicidio. De gritar «NUNCA MÁS» a un presente que nos quiere hacer olvidar.
La política de odio no es nueva
El fenómeno de la crueldad no es exclusivo de Argentina. En la última década, las derechas reaccionarias han ganado protagonismo en Europa, Estados Unidos y Brasil, capitalizando el descontento social, erosionando la confianza en las instituciones y utilizando la desinformación como estrategia central. Su avance ha sido progresivo, consolidándose a través de discursos que siembran miedo y dividen a la sociedad.
En nuestro país, este proceso comenzó a tomar fuerza en la pandemia, con la expansión de movimientos negacionistas y antivacunas que desafiaban el consenso científico en nombre de una supuesta libertad individual. La desinformación y el ataque a la ciencia durante ese período abrieron la puerta a un discurso más amplio contra el conocimiento y los derechos adquiridos. Desde entonces, el ataque se amplificó y alcanzó derechos fundamentales: se demoniza la perspectiva de género, se relativizan conquistas históricas y se llega al extremo de llamar “pedófilos” a quienes no encajan en la heteronormatividad.
El terreno no se preparó de un día para el otro. Fue un trabajo discursivo sostenido, casi imperceptible en sus inicios, que logró hacer tambalear conceptos que la sociedad había consolidado con años de lucha. Hoy, esa lógica de deshumanización ya no solo circula en los márgenes, sino que se filtra en políticas de Estado y en discursos que justifican la exclusión, el castigo y la violencia como algo necesario y hasta deseable.
Ya no es solo una estrategia discursiva: hoy, la crueldad es política de gobierno. La pregunta es si vamos a seguir mirándolo con indiferencia.
¿Un quiebre en la sociedad?
Entramos en una etapa de profundización de la desafección política. La confianza en las instituciones que regulan nuestros derechos se desmorona, y las derechas fascistas han sabido capitalizar ese malestar con un discurso hábil: se presentan como la nueva «antipolítica» mientras transforman los valores de la sociedad y justifican la crueldad. No es un fenómeno aislado ni nuevo.
Si miramos la historia, veremos que el avance de derechos ha sido la excepción y no la regla. En el siglo XX, la conquista de derechos sociales y laborales tras la Segunda Guerra Mundial dio paso, en las décadas siguientes, a gobiernos neoliberales que impusieron ajustes y privatizaciones en nombre del «orden económico». En América Latina, las dictaduras de los años 70 y 80 destruyeron las democracias nacientes y arrasaron con derechos fundamentales. Más cerca en el tiempo, los avances en derechos civiles y sociales en el siglo XXI —matrimonio igualitario, ampliación de derechos laborales, reconocimiento de minorías— hoy son el blanco de ataques sistemáticos en distintas partes del mundo.
Los períodos de ampliación de derechos han sido cortos y frágiles, siempre enfrentados a fuerzas que buscan retroceder. Entender esto no solo explica el presente, sino que nos obliga a asumir la responsabilidad de defender lo conquistado.
Los números de la violencia: una realidad que intentan ocultar
En tiempos de desinformación y discursos persuasivos por parte del gobierno, es crucial aferrarnos a la realidad objetiva que se encargan de negar sistemáticamente para desplegar discursos plagados de crueldad.
📌 Femicidios en Argentina (2024) – Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven
🔴 322 femicidios en Argentina (hasta diciembre de 2024).
🔴 Una mujer es asesinada cada 26 horas.
🔴 65% de los femicidios fueron cometidos por parejas o exparejas.
🔴 70% ocurrieron en el hogar de la víctima: su casa sigue siendo el lugar más peligroso.
🔴 18% de las víctimas habían denunciado previamente a su agresor.
🔴 250 niños y niñas quedaron huérfanos por los femicidios en 2024.
A pesar de estos datos contundentes, el gobierno niega la existencia de la violencia de género, desmantela políticas públicas y reduce los recursos destinados a la prevención. La estrategia es clara: relativizar el problema para justificar su inacción. Pero la realidad no desaparece por más que intenten ocultarla.
📌 Crímenes de odio en Argentina (2023): Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+
🟣 133 ataques por identidad de género y orientación sexual.
🟣 89% de las víctimas fueron mujeres trans.
🟣 Organizaciones advierten sobre un aumento exponencial de la violencia en 2024, impulsado por discursos de odio y recortes en políticas de prevención.
La resistencia: un mensaje claro
Las cifras son terroríficas, pero en medio de la oscuridad, hay un destello de esperanza. El 1 de febrero de 2025, Argentina fue escenario de la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista, una manifestación masiva en respuesta a las declaraciones del presidente Javier Milei en el Foro Económico Mundial de Davos, donde criticó el «wokismo», el feminismo y vinculó la perspectiva de género con el abuso infantil. La marcha congregó a decenas de miles de personas en Buenos Aires y otras ciudades del país. Colectivos LGBTIQ+, feministas, organizaciones de derechos humanos, sindicatos y partidos opositores salieron a las calles con pancartas que decían: «Los derechos ganados no se tocan», «Al clóset no volvemos más». La protesta trascendió fronteras con concentraciones en Berlín, Roma, París, Barcelona, Madrid, Londres, Lisboa, Ámsterdam, Santiago de Chile, Río de Janeiro, São Paulo, Montevideo, Nueva York y Ciudad de México.
La lucha no terminó. Los derechos se conquistan y se defienden. Frente al avance del odio, la desinformación y la crueldad disfrazada de «libertad», la única respuesta posible es la organización, la memoria y la acción.
La Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista fue un mensaje claro: somos muchos, somos muchas, somos todes, y no vamos a dar ni un paso atrás.